sábado, 15 de febrero de 2014

"La Chica de Hielo" Capítulo 5

Holaa mis queridos lectores, bueno, sé que me tardé en subir este quinto capítulo hoy, pero tuve un compromiso y no puede subirlo en la mañana, pero más vale tarde que nunca, así que les dejo el quinto capítulo de "La Chica de Hielo", y por favor, me interesaría mucho saber si les está gustando, déjenme sus opiniones en lo comentarios, se los agradecería muchísimo.
Nos seguimos leyendo luego, besos :*

CAPÍTULO 5

Mientras íbamos recorriendo el camino hacia la nueva vida dejando todo a nuestro paso, yo escuchaba música en mis audífonos, escuchando In my pace de Colplay.
Estaba pensando en cómo sería el nuevo apartamento, me pregunto si conoceré a gente nueva, bueno, eso es seguro pero a mí siempre me ha gustado estar sola así que, no necesito amigos. Sería ir a otro lugar en el que me apodarían como la “rara” otra vez o a lo mejor son más creativos y me ponen algún otro nombre extraño y diferente.
Bri va con una sonrisa en los labios que indica que está muy emocionada, no hace falta que lo diga, solo con ver sus ojos te das cuenta y claro, su sonrisa.
Estoy cansada de estar sentada, quiero pararme, pero quien sabe cuánto falta para que lleguemos, veo por el espejo lateral del auto, el camión de la mudanza seguirnos, cuando me da hambre, agarro una hamburguesa de las que Bri trajo.
Cuando ya estoy harta de seguir sentada y ver que todavía no llegamos, me quito el audífono de un oído y le pregunto a mi hermana:
   ¿Cuánto falta para que lleguemos?—cuando lo digo, se nota mi desesperación en la voz.
   Tranquila Aly, falta poco
   Eso dijiste hace diez kilómetros
   Duérmete un rato si quieres, así se te hará más corto el viaje—dice muy tranquila.
Esa frase, me suena conocida, ah ya recuerdo, la decía mamá cuando íbamos de paseo a algún lugar que implicara viajar en carretera y nos desesperábamos. Poco a poco, casi sin darme cuenta voy esbozando una sonrisa, porque recuerdo como mi hermana era pequeña y lloraba por cualquier cosa.
Sigo el consejo de Bri y trato de dormir, pero con el carro en movimiento es muy difícil, así que pongo música clásica en mi iPod, y después de un rato me quedo dormida. 

   Aly, Alyssa ya despierta—escucho la voz de Bri. Abro los ojos poco a poco— ya llegamos—anuncia sonriente.
Enderezo mi espalda y me acomodo bien en el asiento, después fijo mi vista en los edificios que nos rodean.
   Estamos solo a unas calles de nuestro apartamento—dice Bri que está intentando reprimir una sonrisa, pero no lo consigue.
   Estás muy contenta ¿no es así?—pregunto sonriendo.
   No te imaginas cuanto Aly, siempre quise mudarme, y aparte tengo el trabajo de mis sueños, no puedo pedir más.
   Es genial que estés viviendo lo que siempre habías soñado.
   Demasiado—dice sonriendo.
   Lo único que te falta, es un novio—cuando lo digo, mi hermana se pone seria— ¿qué pasa?, ¿dije algo malo?
   No, nada, es solo que, no lo había pensado—dice y luego ríe— hace mucho que no tengo uno ¿verdad?
   Si un poco, ya sabes, para ser… Bri
   ¿Cómo que “para ser Bri”?
   Es que, tú debes ser la persona que más novios ha tenido en su vida para solamente tener veintiuno—suelta una carcajada.
   No estarás hablando en serio ¿o sí?—pregunta riendo. Asiento lentamente con la cabeza sonriendo— ¿y tú qué me dices eh?, ¿no crees que ya es hora de tengas novio?—suelto una risita.
   No lo sé, supongo que no le llamo la atención a nadie y nadie me la llama a mí.
   Pues estamos en otro lugar ya, asistirás a una nueva escuela, conocerás gente nueva y pues quizás te interese algún chico.
   No lo creo—digo seria.
   Vaya Aly, eso sí que es ser positiva, la gente debería aprender eso de ti—suelta una risita.
   Ja- ja que graciosa.
   Vamos Aly, un día sin que te des cuenta, terminarás enamorada.
   Un día muy lejano—digo arrastrando las palabras. Sonríe y en seguida da la vuelta en una calle para luego decir:
   Aquí es—se le ilumina el rostro.
Es un edificio blanco, parece que vive más gente en los otros apartamentos, mi hermana se estaciona en frente del edificio. Abre la puerta, sale del auto y yo también.
Se respira un aire diferente, más urbano. El camión de la mudanza se estaciona después de unos minutos y los trabajadores empiezan a descargar las cosas.
Mi hermana me da unas llaves y me dice:
   ¿Puedes ir a abrir por favor?
   No sé donde es—digo tomando las llaves.
   Es el apartamento 6-C, en el tercer piso, en un rato subimos hasta que terminen de bajar las cosas.
   Está bien—digo encogiéndome de hombros. Mi hermana hace un gesto agradecida y yo me dirijo al edificio.
Intento abrir la puerta principal del edificio con una llave y luego con otra hasta que hallo la correcta. Cuando la abro no hay nadie en el pasillo, huele a café rancio. Arrugo la nariz y me dirijo al elevador. Presiono el botón que dice 3 y empieza a ascender.
Suena un tintineo que significa que ya ha llegado. Las puertas del elevador se abren y en cuanto salgo choco con alguien, me pisa un pie y nuestras frentes chocan.
   ¡Ay!—exclamo de dolor.
   ¡Fíjate por donde caminas!— dice en tono de reproche alguien con voz aguda.
Abro los ojos y veo a una chica de mi altura más o menos, pelo rubio que está recogido en una trenza francesa y ojos verdes. Está enojada, lo sé por su cara, tiene la mano en la frente y la está frotando.
   ¡Tú fuiste la que me piso!—le reclamo y después pienso que eso sonó infantil e inmaduro. Sacudo la cabeza y digo más tranquila: — lo siento fue un accidente.
A ella también se la suaviza la expresión en su rostro y me dice:
   Yo lo siento, fue mi error, debí fijarme antes de intentar entrar—sonríe y me ofrece una mano— soy Leila, Leila Lewis
   Alyssa Kader—digo estrechando mi mano con la suya— un placer, creo— lo digo en voz tan baja que no me escucha.
   ¿Eres nueva?—pregunta curiosa— nunca te había visto por aquí antes—asiento con la cabeza y luego respondo:
   Si, acabamos de llegar, iba en camino al departamento…
   ¿Cuál es?—pregunta interrumpiéndome.
   Es el…6-C, creo.
   Oh está ahí—dice señalando hacia el fondo del pasillo.
   Gracias—le muestra una pequeña sonrisa.
   No es nada—dice entrando al elevador— nos vemos luego— se despide con la mano y me muestra una gran sonrisa que hace que se vean sus dientes perfectamente alineados. 
Y entonces las puertas del ascensor se cierran.
Parece una chica de buena familia, tal vez vive en uno de los pisos de arriba, que son donde habitan las familias con dinero. Me encamino al apartamento y voy buscando las llaves en mi pantalón. Cuando llego a la puerta intento con dos llaves y la tercera es la que la abre.
Todas las paredes están pintadas de blanco, vaya, es muy espacioso. Está una sala vacía y al lado de ella hay un pasillo que supongo que se encuentran las habitaciones. Al otro lado está lo que creo que va a hacer la cocina porque está separada con una puerta aparte, luego está el baño que tiene una gran tina lujosa. Es bonito este apartamento, es elegante.
Escucho un estruendo afuera, me volteo para ver que ha sido y veo a Bri dando instrucciones a los hombres que van cargando un sillón.
   ¡Déjenlo aquí!—grita mi hermana y los hombres lo dejan en el suelo.
En seguida otros dos hombres entran cargando un sillón más pequeño y lo dejan junto al otro. Luego otros dos, meten el sillón individual y lo dejan con los otros dos.
   Bien ahora vayan por las camas y los roperos—en cuanto lo dice, los hombres salen de la habitación y luego se voltea hacia mí— ¿y bien?, ¿qué te parece?
   Es muy sofisticado—digo asintiendo.
   ¿Quieres elegir tu habitación o te da igual?
   Me da igual—respondo sonriendo.
   Bien, entonces me quedo con la que tiene la ventana que da a la calle—sonríe.
   No tengo inconveniente, pero, ¿también está pintada de blanco?—pregunto curiosa. Mi hermana asiente y yo volteo los ojos.
   Tranquila, mañana podemos ir a comprar pintura, brochas y todas esas cosas para pintarlo todo. Me gustaría un tono como trigo soleado o algo así y mi habitación de un color beige ¿y tú?
   Mmm… quizás un azul celeste.
   Perfecto, mañana es domingo así que podríamos pintar en la mañana e ir de compras en la tarde ¿te parece?
   ¿Compras?, a mí no me gusta ir de compras.
   Vamos Aly, casi toda tu ropa a la donaste a la casa hogar y te quedaste como con cuatro pantalones.
    Claro que no, fueron cinco.
   Pues los que sean, esto no es de que quieras o no, es necesario—dice seria. Suelto un bufido.
   De acuerdo, por cierto, ¿ya has visto lo de la escuela?
   Vamos llegando apenas Aly, cuando dejen todas las cosas lista me encargaré.
   Bueno está bien.
   Pero mientras vamos por las cajas y las maletas al auto.
Cuando nos dirigimos a la puerta para salir entran los hombres cargando una cama, es la de Bri.
   Oh esa es mía déjenla por aquí—los guía al pasillo que está al lado de la sala y oigo como dejan caer la cama.
Después de unos minutos entran otros hombres cargando la mía.
   ¿Dónde la dejamos señorita?—me pregunta un señor de mediana edad con voz muy profunda.
   Ah, por aquí—me dirijo al pequeño pasillo, y abro la puerta de la habitación, sé que es la mía por que en la de en frente está Bri.
Es la primera vez que entro, pero me quedo sorprendida porque está más grande que mi anterior habitación. Los trabajadores dejan la cama en la esquina de la pared y se retiran. Yo estoy pasmada, ¿para qué ocupo tanto espacio?, entra Bri con una sonrisa.
   ¿Qué opinas de tu nueva habitación?—pregunta con una gran sonrisa en los labios.
   Es demasiado espacio ¿no crees?
   Pues si pero ¿qué tiene?
   Bueno… es que no estoy acostumbrada a tener un espacio demasiado grande para mí sola.
   Te acostumbrarás—dice en tono despreocupado— ahora vamos a bajar las cosas del auto.
Vamos hacia el ascenso y recuerdo a la chica con la que choqué, ¿cómo se llamaba?, ¡ah sí! Leila. Cuando entramos en el ascensor mi hermana presiona el botón para bajara a la planta baja.
   Conocí a alguien hace rato—digo sin más.
   ¿Ah sí?—pregunta mi hermana extrañada— ¿a quién?
   A una chica llamada Leila, choqué con ella cuando salí del ascensor.
   Genial—ríe— y, ¿en qué apartamento vive?
   Ni idea, no le pregunté.
   Qué bueno que hayas hecho una nueva amiga
   Yo no la consideraría como una amiga ¿sabes?—suelta un suspiro.
   Alyssa, tienes quince años, necesitas amigos, a mamá y a papá le preocupaba mucho eso de que fueras antisocial.
   Yo no lo llamaría así.
   ¿Entonces como lo llamarías?
   Lo llamaría… “Alergia a la estupidez humana”
   No seas ridícula, los amigos son personas que te apoyan.
Las puertas del ascensor se abren y salimos para ir al auto, bajamos las cajas que y maletas que hay y vamos de nuevo hacia el edificio.
Para mí es sencillo caminar con mis dos maletas y una caja pequeña, pero Bri trae tres maletas y una caja grandota. Va demasiado lento y entonces baja la caja.
   Vamos Bri, subamos esto rápido.
   Adelántate—contesta jadeando— yo subo en seguida.
   ¿Quieres que te ayude?
   No hace falta, solo pararé por un instante.
   Como quieras—digo en voz baja y me encojo de hombros.
Llamo al ascensor y presiono el botón para que me lleve a la tercera planta. No sé cómo pasa pero la caja que traía se me cae y todas mis cosas se riegan en el suelo.
   ¡Demonios!—exclamo en voz alta.
Me pongo a meter las cosas nuevamente en la caja y la levanto poniéndola en mis brazos en una posición que creo que no se caerá, lo malo es que me tapa la vista. Se abren las puertas del ascensor e intento salir porque la caja no me deja ver. De repente mi pie se enreda con la correa de la maleta que la llevo arrastrando y tropiezo pero choco contra algo, o más bien alguien- otra vez- la caja sale volando, suelto un grito demasiado agudo para mi gusto y ese alguien y yo caemos al suelo, pero el impacto no es muy fuerte ya que caí encima de la persona.
Grita una exclamación de dolor ese alguien. Abro los ojos y lo veo bien, es un chico, tiene los ojos cerrados con fuerza y tiene una mueca de dolor en su rostro.
Cuando abre los ojos… vaya tiene unos ojos color miel hermosos, me quedo viendo sus ojos hipnotizada y él se queda viendo los míos. Estamos cara a cara tirados en suelo.
Cuando vuelvo a la realidad, me doy cuenta de lo cerca que me encuentro de su rostro y me sonrojo de pena.
   L-lo siento, no fue mi intención—me levanto como puedo.
   No te preocupes—dice con una voz extremadamente varonil. Se levanta él también.
Es alto y fornido, se ve de mi edad, quizá sea un poco más grande, tiene pelo lacio de color negro, trae unos jeans de mezclilla desgarrados de la rodilla y lleva puesta una camisa blanca bajo una chaqueta de cuero negro. Es bastante atractivo.
   ¿Estás bien?—pregunto apenada.
   Estoy perfectamente—me muestra una sonrisa de lado— ¿tú estás bien?
   Si, lo estoy, bueno caí encima de ti—respondo en voz baja. Empieza a reír.
   Tranquila, no me pasó nada—sonríe— ¿cómo te llamas?
   Alyssa Kader
   Es un lindo nombre—dice sonriendo y me sonrojo— un placer, me llamo Johan Lewis— me ofrece un mano y la estrecho. Sus manos son fuertes.

¿Lewis?, ¿Qué no así se apellidaba Leila?, ¿serán hermanos?, tienen cierto parecido.

   Bueno yo tengo que, recoger esto—digo agachándome para devolver las cosas a la caja.
   Te ayudo—dice agachándose junto a mí.
   No es necesario que me…
   Yo quiero ayudarte—dice interrumpiéndome. Empiezo a meter todas las cosas que se han caído.
Cuando terminamos levanto la caja y el agarra mis dos maletas.   ¿A dónde las llevas?
   Tranquilo yo puedo llevarlas.
   Déjame ayudarte—dice en tono insistente. Suelto un suspiro.
   Es por aquí—lo conduzco por el pasillo hasta llegar a la entrada del apartamento.
Giro la perilla para abrir la puerta y dejo la caja una mesa que han dejado.
   ¿Se mudaron eh?
   Si así es.
   Ya veo—me muestra una sonrisa de lado e instantáneamente cuando lo hace esbozo una sonrisa.
Entonces mi hermana llega cargando las cosas y cuando entra deja caer las maletas.
   Eso fue una tortura total—dice dejando la caja en la mesa, entonces se percata de la presencia de Johan y frunce el ceño— disculpa pero… ¿quién eres?
   Oh lo siento, me llamo Johan Lewis, un placer—le ofrece la mano y mi hermana la estrecha con elegancia, bueno, es Bri, ¿en qué momento no es elegante?
   Yo me llamo Briana Kader, hermana de Alyssa, ¿cómo se conocieron?—pregunta mi hermana en tono curioso. Johan ríe.
   Bueno ella se cayó al salir del ascensor y pues, cayó sobre mí—en el momento en que termina de decirlo mi hermana suelta una carcajada.
   Cállate Bri—digo incómoda.
   Lo siento—dice parando de reír.
   Bueno yo me tengo que ir—avisa Johan en voz clara y firme— fue un placer conocerlas—entonces me mira— nos veremos luego—esboza una sonrisa y sale de la habitación.
Cuando sale mi hermana cierra la puerta y me echa una mirada alzando una ceja.
   ¿Caíste sobre él eh?
   Oh cállate, fue vergonzoso.
   ¿Pero te gustó?
   Te estoy diciendo que fue…
   No la caída, el chico.
   ¡No!— en cuanto lo dice siento que me sonrojo.
   Pues tu a él sí.
   No seas ridícula, no le gusto.
   ¿Viste a caso la mirada que te hizo?, eso solo lo hace un hombre cuando le gustas.
   Basta Bri, lo acabo de conocer, es obvio que no es así, solo fue amable.
   Amable claro—suelta una risita.
   Estoy cansada, me voy a dormir—digo frustrada.
   Buenas noches, sueña con Johan—dice burlona y me lanza besitos mientras camino a la habitación.
Cierro la puerta detrás de mí y cuando veo la habitación, noto que ya está mi ropero, mi escritorio y mi mesita de noche. Mañana lo arreglo todo, busco en la maleta mi pijama y me la pongo rápidamente.
Pongo las sábanas y cobijas en la cama y me acomodo para dormir. Como ha sido un día muy agitado y cansado no me cuesta mucho en quedarme completamente dormida. Estoy parada en medio del salón de cristal, llevo puesto el vestido de la otra vez. No sé porque, pero hace más frío. Me estremezco y entonces alguien me toca el hombro y doy la vuelta rápidamente. Es aquel chico que ya es costumbre verlo en mis sueños.
   Alyssadice muy serio, aún no le puedo ver la cara completamente, solo alcanzo a ver sus ojos verdes.
   Hola—respondo con la misma seriedad— ¿qué quieres?
   Quiero pedirte un favor—está muy serio.
   ¿Qué favor?—pregunto curiosa.
   No queda mucho tiempo, pero escúchame muy bien—me toma por los hombros— por lo que más quieras, no le digas a nadie lo que eres.
   ¿Lo que soy?, ¿a qué te refieres?—pregunto asustada.
   Estás en peligro y ahora que te has mudado será más fácil que te encuentren.
   Qué me encuentren… ¿quién?—pregunto alarmada sin poder disimular el miedo en mi voz.
   Te están buscando Alyssa. 

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